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HidroAysén: una perspectiva técnico-ambiental

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20 mayo, 2011

En ausencia de una política energética a nivel país para los próximos años, la planificación de la construcción de nuevas centrales eléctricas responde a criterios económicos asociados al mercado de la energía y al de los derechos de agua. Con respecto a la demanda eléctrica, las proyecciones difieren considerablemente según los supuestos considerados. En un extremo, es posible encontrar proyecciones que permiten concluir a cerca de la necesidad de expandir la oferta eléctrica, justificando así la construcción de HidroAysén y otros proyectos energéticos de gran escala, para no afectar el crecimiento económico de Chile. Como contraparte, otras proyecciones muestran que dada la composición actual de la matriz energética, no sería necesaria la construcción de las centrales en el sur de Chile si se implementan medidas para mejorar la eficiencia energética y fomentar el desarrollo de ERNC.

Por otro lado, el cambio climático global, la emisión de gases de efecto invernadero y el uso racional de los recursos, están siendo cada vez más importantes a nivel mundial. Ante este escenario, creemos ver cambios en la sociedad que hacen pensar que en un futuro, quizás no muy lejano, la forma usual de evaluar proyectos compatibilizará las consideraciones económicas con el concepto de minimizar emisión de gases de efecto invernadero o el consumo de energía. En este contexto, la aprobación de HidroAysén es un mal menor para revertir, en parte, la tendencia de introducir masivamente centrales termoeléctricas basadas en la quema de combustibles fósiles, particularmente carbón, como también evitar la construcción de centrales nucleares. No es sorpresa que todos los países que poseen un potencial hidroeléctrico considerable lo reflejen en la composición de su matriz energética. Más aún, tales países exhiben, en general, mejores índices de desempeño ambiental que aquellos que no poseen gran potencial hidroeléctrico.

El tipo y magnitud del impacto ambiental varía entre las distintas tecnologías disponibles. Las centrales termoeléctricas involucran la emisión de gases a la atmósfera, explotación, transporte y acopio del combustible fósil, contaminación de suelos, descargas al océano de las aguas de refrigeración y la consiguiente modificación de ecosistemas terrestres y acuáticos cercanos a la central. De igual forma, la operación de centrales nucleares incluye, además del riesgo de falla, descargas al océano de grandes caudales de refrigeración, el manejo y disposición de los desechos radiactivos, y la contaminación de suelos, traen consigo la alteración de los ecosistemas terrestres y acuáticos cercanos a la central. Por otro lado, las grandes centrales hidroeléctricas crean embalses artificiales, cambian los regímenes hidrológicos y sedimentológicos de los ríos, modifican las condiciones de hábitat de flora y fauna acuática y anfibia, y producen cambios en la calidad del agua bajo las centrales. Finalmente, las alternativas renovables no convencionales no están exentas de impactos ambientales. A modo de ejemplo, sólo en EE.UU. mueren al año del orden de 400 mil aves producto de turbinas de generación eólica. Obtener 2.500 MW de potencia instalada a partir de centrales mini-hidro requeriría disminuir significativamente el caudal de la gran mayoría de los ríos que aún no han sido intervenidos entre Santiago y Puerto Montt. Menos definida, existe una discusión a nivel mundial respecto de la posible toxicidad de los paneles solares, que los convertiría en desechos tóxicos al término de su vida útil. Lamentablemente, existe poca información sobre estos impactos acumulativos, porque los desastres ecológicos de pequeña escala no acaparan portadas de diarios y revistas como sí lo hacen mega proyectos o mega desastres ambientales.

Aunque reconocemos la importancia de mejorar la eficiencia energética e impulsar el desarrollo basado en ERNC, no podemos dejar de pensar que cerca de 65 mil GWh/año de energía producida para el Sistema Interconectado Central (SIC) provienen de la quema de combustibles fósiles. Si queremos prescindir de estas fuentes, debiéramos aceptar como una alternativa válida la construcción del proyecto HydroAysén, que aportaría al SIC un poco menos de un tercio de la energía producida actualmente mediante la quema de combustibles fósiles. Más aún, la discusión debería ser más amplia e involucrar el modelo de desarrollo que buscamos como país. ¿Es posible desacoplar el crecimiento del uso de energía con el crecimiento del PGB y del ingreso per cápita?¿Podemos coordinar políticas nacionales de desarrollo energético, protección efectiva de nuestro patrimonio ecosistémico y disminución de la pobreza? En este tipo de temas, el Estado no puede actuar de manera reactiva frente a la iniciativa privada.

No queda más que hacer un llamado para evaluar todas las alternativas existentes con la misma vara con que se evalúan las centrales hidroeléctricas.

Por: Alberto de la Fuente, James McPhee, Marcelo Olivares, Yarko Niño, Aldo Tamburrino, Ximena Vargas. Académicos Departamento de Ingeniería Civil-Recursos Hídricos, U. de Chile.

Artículo original disponible en Beauchef al día, con interesantes comentarios como el del Profesor Patricio Cordero:

Al comentar sobre energía nuclear no tomaron en cuenta la posibilidad de una planta nuclear basada en el torio. Si visitan

http://www.cec.uchile.cl/cinetica/pcordero/nuclear.html

verán a qué me refiero.

Acá un brevísimo resumen:

Con torio no existe punto crítico (recalentamiento espontáneo con exceso de radiación), como sí lo tienen el uranio y el plutonio. Esto, porque con torio no existen las reacciones automantenidas. Se dice que son reactores subcríticos. El diseño de una planta de torio requiere de un acelerador de partículas para mantenerlo andado.

El torio produce tan solo una insignificante fracción de residuos que deben ser manejados con mucho cuidado (visitar http://www.cosmosmagazine.com/node/348 ). No necesita ser refinado para su uso y es muy abundante en la naturaleza.

Noruega rechazó en un plebescito de 2006 tener una planta nuclear. Cuando, un año después se les explicó las características de una planta de torio, otro plebiscito (febrero 2007) ganó por un 80% la opción de construir una.

Varios países están estudiando construir plantas de torio, pero aun ninguna existe.

Los residuos del torio no sirven para hacer armas nucleares.

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